lunes, 5 de septiembre de 2011

Gardel en Cátulo Tango – Buenos Aires

Ubicado en la calle Tomás Manuel de Anchorena 647, esquina Pasaje Zelaya, se encuentra en el mismo sitio donde funcionara desde 2010 “Esquina Cátulo”, el restaurante tango-show y galería de recuerdos “Cátulo Tango”, ambos evocando a Cátulo Castillo, uno de los más destacados poetas del tango.


Ovidio Cátulo González Castillo, tal su verdadero nombre, nació el 6 de agosto de 1906, en el barrio porteño de Boedo, donde falleciera el 19 de octubre de 1975.


Al cumplirse los 105 años de su natalicio, se realizó la presentación del local, con invitados de diferentes sectores, empresarios, políticos y hombres de la cultura, en vistas de su próxima inauguración el día 1º de septiembre de 2011.

Veamos como fue cambiando la fachada del edificio, desde que servía de sede al Club Unidad Cultural “La Ochava del Abasto”.



Al dejar de funcionar “La Ochava del Abasto”, comienza a dedicarse el local a la memoria de Cátulo Castillo, colocando, tanto en la calle Anchorena y en el Pasaje Zelaya, carteles salientes con la imagen de “Catulín”, acompañado por Carlos Gardel en tamaño más pequeño.



Se coloca el nuevo cartel con el nombre del local.


Se cambia la puerta, y notamos como queda entonces la fachada actual, en diferencia con la anterior.


En la imagen siguiente, vemos un rectángulo negro, en las baldosas del pasaje Zelaya.



Corresponde a la letra del tango “El último café”, compuesto por Cátulo Castillo, con música de Héctor Stamponi, uno de las 303 títulos que figuran registrados en la página Web de “SADAIC”, de la cual fuera secretario, vicepresidente y presidente.

Carlos Gardel le grabó los tangos “Caminito del taller”; “Corazón de papel”, con letra de Alberto Franco; “La violeta”, con versos de Nicolás Olivari; y “Acuarelita del arrabal”, “Aquella cantina de la ribera”, “Juguete de placer”, “Organito de la tarde”, y “Silbando”, con letra de su padre José González Castillo.


A su vez, el “Zorzal Criollo”, le llevó al disco otros seis tangos a su padre, “Clarita”, “Griseta”, “Páginas de amor”, “Por el camino”, “Qué has hecho de mi cariño”, y “Sobre el pucho”, con música de Domingo Fortunato, Enrique Delfino, Luis Ricardo, José Bohr, Juan Maglio, y Sebastián Piana, respectivamente.


Repasando los temas grabados por Gardel, recordamos otra faceta de Cátulo Castillo, la de compositor, con la que se iniciara en el tango y que dejaría a mediados de la década del 30, para convertirse en el talentoso poeta, autor de exitosos temas como: “Amor en remolino”, “Anoche, “Arrabalera”, “Caserón de tejas”,”Cornetín”, “Desencuentro”, “Domani”, "El Patio de la Morocha", "El Ultimo Farol", “La calesita”, "La Cantina", "La Ultima Curda", “Mangangá”, María”, “Mensaje”, "Patio Mío", “Perdóname”, "Tinta Roja", "Una Canción", “Y a mí que”, y “Café de los Angelitos”, donde menciona a Carlos Gardel.

Yo te alegré con mis gritos
en los tiempos de Carlitos
por Rivadavia y Rincón.”

También tuvo su propia orquesta típica, con la cual se presentó con gran éxito en España a partir del mes de noviembre de 1928, según reflejan las crónicas periodísticas de la época, varias de las cuales reproduce Ernesto Portalet en su libro “El Tango en España”.



No copié todo el material conseguido por Ernesto Portalet, sino de una pequeña parte, a fines de recalcar el éxito obtenido por la orquesta de Cátulo Castillo y de su cantor Roberto Maida, resaltando en color rojo, las menciones referidas a Carlos Gardel.



El diario “ABC”, en su edición del 16 de abril de 1929, anuncia el debut de Perlita Grecco en el Real Cinema, acompañada por la orquesta de Cátulo Castillo, con su cantor Roberto Maida.


Orlando del Greco en su valioso libro “Carlos Gardel y los Autores de sus Canciones”, nos brinda otras actividades que realizara Cátulo Castillo.

Por radio dirigió un trío vocal y musical; escribió canciones para el cine nacional.
Fue profesor, secretario, vicedirector y director del Conservatorio Municipal de Música de la ciudad de Buenos Aires, por espacio de 27 años y presidente de S.A.D.A.I.C.
Hizo periodismo en los diarios "La Ultima Hora", "El Nacional" y revistas como "Antena", “Cantando”, "Radiolandia", "Sadaic".
Para el teatro escribió "El Patio de la Morocha", "Cielo de Barrilete", y publicó los libros "Danzas Argentinas", "Buenos Aires Tiempo de Gardel".

Y como era habitual en Orlando del Grecco, trataba de conseguir alguna anécdota sobre Gardel, y esta es la que obtuvo: A Gardel lo conoció cuando era un niño, pues siendo gran amigo de su padre José González Castillo, frecuentó su casa donde reuníase con fines artísticos. Recordándolo, contó para la revista "Cantando" la anécdota siguiente: "Por 1925 los amigos de Ignacio Corsini le dieron un almuerzo en el viejo Tropezón. El Caballero Cantor, que había ido con sus guitarristas, brindó a los comensales varias canciones; y, como entre los presentes estaba Gardel, le pidieron que cantara utilizando las guitarras del homenajeado. Pero el Morocho repuso: Gracias: pero yo me acompaño solo. Y uniendo la acción a la palabra, tomó su rancho, se lo colocó a manera de guitarra, y con los dedos, hizo su propio acompañamiento. ¡Le aseguro que cantó como nunca!".


Otra anécdota sobre Gardel, bastante conocida, es contada por el propio Cátulo Castillo en, http://www.youtube.com/watch?v=MeGYznGptNk

Presentado por Héctor Gagliardi, “Catulin” relata que Gardel se hacía lustrar los zapatos siempre por el mismo muchacho en las ramblas de Barcelona, (aunque Francisco Canaro escribió que fue en Madrid), y un día comenzó a chiflar el tango "Silbando".

El lustrabotas aprovechó para preguntarle a Gardel ¿Qué se colocaba en el cabello, para tenerlo así de reluciente y bien peinado? A lo que el “Zorzal Criollo” le contestó:
-No se lo batas a nadie... ¡Dulce de membrillo! Probalo, es un fenómeno.
-¿Jalea, dirá usted?
-Eso es, Jalea. Pero tiene que ser de la buena.
A la tarde siguiente volvió Gardel por la parada del lustrabotas, diciéndole:
-¿Viste, pibe, qué bien te queda? ¡Parece que me hiciste caso!
-Sí, señoriíto, es verdad... Pero debe de haber algún misterio, porque a usted las moscas no le hacen nada, y en cambio a mí... Vea... ¡No me dejan vivir!

No podemos dejar de mencionar que fue Presidente de la “Comisión Nacional de Cultura” en 1954-55, miembro fundador de la “Asociación Gardeliana Argentina” el 11 de noviembre de 1968, una calle en el barrio de Parque Patricios lleva su nombre, al igual que una esquina en Morón, y Eladia Blázquez escribió el poema “A Cátulo Castillo”, que musicalizó como tango.

También tuvo participación en el cine, colaborando con la musicalización de películas como “Internado” (1935), “Juan Moreira” (1936), “Ayúdame a vivir” (1936), “Los muchachos se divierten” (1940), “Eclipse de sol” (1942), “Arrabalera” (1950), “Buenos Aires a la vista” (1950), “Vivir un instante” (1951), y “La muerte flota en el río” (1956), entre otras; y como autor al menos en “El patio de la morocha” (1951), “La calesita” (1963), y “Amalio Reyes, un hombre” (1970).


Fue autor de los libros, “Danzas Argentinas” (1947), una colección de poemas, con ilustraciones de Aurora de Pietro, y la novela “Amalio Reyes, un hombre” (1970).


Participó con otros autores en “Buenos Aires, tiempo Gardel” (1966), un estudio sobre el tango, álbum gráfico y periodístico realizado sobre una idea suya; “Prostibulario” (1967), una colección de trabajos que incluye su ensayo “Prostíbulos y prostitutas”; Buenos Aires tango (1966) y “Nuestro tango” (1973), conteniendo seis y diez láminas respectivamente de Sigfredo Pastor.


En 1967 prologó el Romancero Canyengue, de Horacio Ferrer.


Mientras que hizo lo mismo con Enrique Cadícamo en las reediciones corregidas de “Viento que lleva y trae” y “La luna del bajo fondo”, ambas en 1964; “El desconocido Juan Carlos Cobián” (1972), y “La historia del tango en París” (1975). A su vez Cadícamo escribe tres capítulos para los volúmenes de “La historia del tango”, dedicado uno de ellos a reseñar la vida de Cátulo Castillo.


En un CD “Nelly Omar, tomas radiales volumen 1”, lanzado a la venta en diciembre de 2007, se escucha a Cátulo Castillo en agosto de 1967 por la onda de Radio Splendid, realizando las glosas de la presentación de la “Gardel con polleras”, más las semblanzas de Enrique Santos Discépolo y Aníbal Troilo.


Y nos vamos de la esquina de Anchorena y Zelaya, de la misma manera que ingresamos, bajo la mirada de Carlos Gardel, pintado sobre la pared medianera por Marino Santa María.







Obras de Marino Santa María en este blog:


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