Está ubicado en la calle 23 Nº 58-38, en el barrio Antioquia o Trinidad, funcionando como estadero y restaurante, según indica el letrero publicitario con la imagen de Carlos Gardel, compartida con Aníbal.
Aníbal, también conocido como el "gordo Aníbal", se llamaba Aníbal Moncada, oriundo de Medellín, fue el creador del “Patio del Tango”, en su ubicación original en el barrio de Guayaquil, en la comuna de La Candelaria.
Fervoroso admirador del “Zorzal Criollo”, en varios sitios de Internet se lo menciona, como por ejemplo en http://www.semana.com/ donde puede leerse lo siguiente: Dicen que el "gordo Aníbal", -que falleciera el 22 de junio de 2007-, hablaba en secreto todas las noches con Carlos Gardel. Le encendía velas rojas y le rezaba como si el cantante fuera un santo milagroso. Le decía “San Romualdo” y alguna vez confesó que fue su más grande devoto desde cuando le hizo el milagro de curarlo de una parálisis facial. El amor por Gardel era su más grande adicción.
Dentro del restaurante lucen dos hermosas pinturas de Carlos Gardel, las cuales encabezan la presente entrada del blog, y la reproducida seguidamente, con la presencia de la amiga Clara Koser, quien visitara el Patio del Tango el 22 de marzo de 2011, y Carlos Rendol quien está a cargo del local.
Una de las pinturas tiene una rotura, la cual se dice que data del tiempo en que lucía en el Teatro Granada, donde una persona en estado de ebriedad disparó expresando “Gardel, te voy a matar por segunda vez".
Al respecto puede consultarse en la página http://www.reddebibliotecas.org.co/ el siguiente párrafo: Quién sabe cuántas veces ha muerto Carlos Gardel, pero algo que sí es seguro es que en Medellín, por lo menos, fueron dos. Una, murió en un accidente de avión y otra, lo mataron en Guayaquil. Esa es la leyenda de una de las piezas más simbólicas que guarda el Patio del Tango, uno de los bares más simbólicos que la ciudad tanguera conserva.
Es el Patio del Tango, el lugar que por fortuna está en el mismo barrio donde murió Gardel, pero que antes perteneció a ese conglomerado de bares y cafés de Guayaquil. Fue allí donde un hombre, empuñando un arma y con una enorme pintura de Gardel en frente, decidió volver a matar a Gardel. A esa pintura le quedaron de recuerdo las marcas de los tiros que perforaron el retablo, y esa es una de las piezas que este museo del tango, que en eso se ha convertido el Patio.
Es el Patio del Tango, el lugar que por fortuna está en el mismo barrio donde murió Gardel, pero que antes perteneció a ese conglomerado de bares y cafés de Guayaquil. Fue allí donde un hombre, empuñando un arma y con una enorme pintura de Gardel en frente, decidió volver a matar a Gardel. A esa pintura le quedaron de recuerdo las marcas de los tiros que perforaron el retablo, y esa es una de las piezas que este museo del tango, que en eso se ha convertido el Patio.
El propio Aníbal Moncada se refirió al suceso en http://www.soho.com.co expresando lo siguiente: El Gordo le encendía velas todas las tardes, antes del show. Una noche, un borracho entró al bar, se detuvo junto al cuadro y sacó un revólver. Los músicos y los cantantes se asustaron, pararon la música y se tiraron al suelo. El borracho los miró sin rabia y luego disparó tres tiros contra el cuadro. Después guardó el arma y Aníbal les dijo: "Tranquilos, muchachos, sigan cantando que este problema no es con ustedes, sino con Gardel". Y salió del bar caminando tranquilo por en medio de las mesas.
A Clara le parece que la pintura se rompió al trasladarla al “Patio del Tango”, pues la rotura no parece ser provocada por un disparo, y nació la leyenda de los tiros para justificar precisamente la rotura, opinión que comparto plenamente.
Cabe aclarar que no siempre las dos pinturas estaban expuestas juntas, ni en el mismo lugar en que ahora pueden verse, tal cual muestran las siguientes fotografías publicadas en Internet el 1º de marzo de 2008.
Otras imágenes de Gardel, tomadas por Clara, lucen en las paredes del restaurante, como ser:
La que dedicara al querido y simpático público colombiano.
El ídolo de la canción.
Solo y en compañía de Mona Maris.
En un cable que le enviaran al Hotel Granada.
Además de las pinturas y fotografías exhibidas, existían un par de letreros, como el que estaba totalmente escrito al revés.
Y el dedicado a recordar la desaparición física de Carlos Gardel.
El cual da la impresión de haber sido pintado apresuradamente, o sin calcular correctamente el espacio disponible para su texto, pues tal vez hubiera quedado mejor dispuesto de la siguiente manera:
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